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    Venezuela 2020: The Bolivarian Revolution Pushes Forward

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    Originally published at Anticonquista on December 16, 2019

    Since 1998, the year anti-imperialist military leader Hugo Chávez was popularly elected, when have we heard one positive word in U.S. media about Venezuela? Washington — whether Democrat or Republican — has consolidated an air-tight media, military, diplomatic and military blockade of Venezuela’s Bolivarian Revolution.

    The Hybrid War

    The U.S. government and multinationals have seized Citgo, Venezuela’s oil refinery company with gas stations across the U.S. Periodically, sometimes monthly, Trump announces the next round of sanctions.

    The international banking system, colluding with their internal lackeys, have stripped the bolívar, the national currency, of any value. Currently, one U.S. dollar is worth 40,000 bolívars. If the International Monetary Fund (IMF) and World Bank suddenly deemed that the U.S. dollar was only worth $0.000025, people in the U.S. would have a taste of what an economic war really means. That would mean $10,000 dollars would be worth a quarter. This is a blatant act of war.

    These are only a few methods of hybrid war, designed to strangle and stultify the economy of Venezuela, an oil-dependent nation, which is still casting off the chains of centuries of colonialism and neo-colonialism. Afterwards, when people predictably flee an oppressed nation under attack by oppressor nations, ABC, Fox and MSNBC are there to film the “mass exodus” and “failure of socialism because of a dictator.”

    Thus far, over three million people have been forced to flee the besieged nation. Venezuela has had to endure its own Special Period, as Cuba did in the 1990s with the fall of the Soviet Union and socialist camp. The plan, as Energy Secretary Rick Fox openly said, is to stoke hunger, discontent, migration and civil war in any country that seeks its own path.

    Same blueprint. Same script. Same pendejos (fools) with CNN on 24/7, intoxicated by the “American Dream,” blindly swallowing all of this propaganda.

    The Ruling Class and Venezuela

    Like Syria, Venezuela serves as a litmus test for politicians to prove their acceptability to the ruling class.

    Despite Bernie Sanders’ open attacks on Venezuela and its democratically-elected president, Nicolás Maduro, the Washington Post continues to attack him for “not being tough enough” on 21st century socialism. The corporate media has vilified Tulsi Gabbard in a similar way for daring to say that the U.S. has no right to intervene in the sovereign affairs of Syria. Non-interventionism and the right of nations to self-determination are not talking points in the Democratic primary debates.

    Liberals have predictably fell into line, condemning Venezuela every opportunity they get to prove their reliability to the power structure. ¡Que vergüenza! Disgraceful! Have they not learned anything from the past two centuries of U.S. military invasions and occupations of the hemisphere? Hence, why Chávez gave former U.S. President Barack Obama a copy of Eduardo Galeano’s “The Open Veins of Latin America” at the U.N. in 2009.

    Ni Un Paso Atrás (Not One Step Back)

    Imperialism has done everything in its power to halt and reverse the momentum of the Bolivarian Revolution. Yet the Bolivarian Revolution persists, defies all the odds and pushes forward.

    Dec. 3, 2019, was one such demonstration of the popular support the revolution continues to enjoy. Thousands of organizers and foreign delegates attended the International Communications Congress, flooding the streets of Caracas to say no to the Interamerican Agreement of Reciprocal Assistance (TIAR). TIAR is the latest military coalition led by the U.S. and Colombia, a country where the U.S. has eight military bases and an undisclosed amount of soldiers. Vendepatria (national sell-out) “president” Iván Duque’s speech was yet another declaration of war against its neighbor.

    Thousands marched, danced and chanted in the streets of Caracas:

    “¡Y no, y no, y no me da la gana
    de ser una colonia norteamericana.
    Y sí, y sí, y sí nos da la gana
    de ser una potencia latinoamericana!”

    “No! No! No! We are not interested
    in being a U.S. colony.
    Yes! Yes! Yes!
    We are interested
    in being a powerful Latin American nation.”

    Secretary of State Jorge Arreaza, President of the National Constituent Assembly Tania Diaz and Vice President of the United Socialist Party of Venezuela Diosdado Cabello, along with international delegates from 35 nations, condemned the TIAR and redoubled their commitment to defending Venezuela’s sovereignty.

    Twenty years into their revolution, the Venezuelan masses and their elected leadership continue to be more fearless, revolutionary and chavista than ever. In 2020, Venezuela’s Bolivarian Revolution continues pushing forward.

    Venezuela 2020: La revolución bolivariana avanza

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    Este artículo originalmente fue publicado en Anticonquista el 16 de diciembre de 2019

    Desde 1998, cuando el líder militar antiimperialista Hugo Chávez fue elegido popularmente, ¿cuándo hemos escuchado una palabra positiva en los medios estadounidenses sobre Venezuela? Washington, ya sea demócrata o republicano, ha consolidado un bloqueo mediático, militar, diplomático y militar de la Revolución Bolivariana de Venezuela.

    La guerra híbrida

    El gobierno de los Estados Unidos y las multinacionales se han apoderado de Citgo, la compañía de refinería de petróleo de Venezuela con estaciones de servicio en todo EE. UU.

    El sistema bancario internacional, coludiendo con sus lacayos internos, ha despojado al bolívar, la moneda nacional, de su valor. Actualmente, un dólar estadounidense vale 40,000 bolívares. Si el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial de repente consideran que el dólar estadounidense solo vale $0.000025, las personas en los Estados Unidos tendrían una idea de lo que realmente significa una guerra económica. Eso significaría que $10,000 dólares valdrían un quarter. Este es un acto de guerra descarado.

    Estos son solo algunos de los métodos de la guerra híbrida, diseñados para estrangular y sofocar la economía de Venezuela, una nación dependiente del petróleo, que todavía se deshace de las cadenas de siglos de colonialismo y neocolonialismo. Posteriormente, cuando la gente huye previsiblemente de una nación oprimida bajo el ataque de naciones opresoras, ABC, Fox y MSNBC están allí para filmar el “éxodo masivo” y el “fracaso del socialismo debido a un dictador”.

    Hasta ahora, más de tres millones de personas se han visto obligadas a huir de la nación sitiada. Venezuela ha tenido que soportar su propio Período Especial, como lo hizo Cuba en la década de 1990 con la caída de la Unión Soviética y el campo socialista. El plan, como ha dicho abiertamente el Secretario de Energía, Rick Fox, es avivar el hambre, el descontento, la migración y la guerra civil en cualquier país que busque su propio camino.

    Es el mismo plano con el mismo guión. Los mismos pendejos que miran CNN todo el dia, intoxicados por el “sueño americano”, tragando ciegamente toda esta propaganda.

    La clase dominante contra Venezuela

    Al igual que Siria, Venezuela sirve como prueba de fuego para que los políticos demuestren su aceptabilidad ante la clase dominante.

    A pesar de los ataques abiertos de Bernie Sanders contra Venezuela y su presidente elegido democráticamente, Nicolás Maduro, el Washington Post continúa atacándolo por “no ser lo suficientemente duro” contra el socialismo del siglo XXI. Los medios corporativos han vilipendiado a Tulsi Gabbard de manera similar por atreverse a decir que los Estados Unidos no tiene derecho a intervenir en los asuntos soberanos de Siria. El no intervencionismo y el derecho de las naciones a la autodeterminación no son puntos de discusión en los debates primarios demócratas.

    Como era de esperar, los liberales se alinearon, condenando a Venezuela cada oportunidad que tienen de demostrar su confiabilidad a la estructura de poder. ¡Que vergüenza! ¿No han aprendido nada de los últimos dos siglos de invasiones y ocupaciones militares estadounidenses del hemisferio? Es por eso que Chávez le dio al ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, una copia de “Las venas abiertas de América Latina” por Eduardo Galeano en la ONU en 2009.

    Ni un paso atrás

    El imperialismo ha hecho todo lo posible para detener el impulso de la Revolución Bolivariana. Sin embargo, la Revolución Bolivariana persiste, desafía todos los pronósticos y avanza.

    El 3 de diciembre de 2019 fue una de esas demostraciones del apoyo popular que la revolución continúa disfrutando. Miles de organizadores y delegados extranjeros asistieron al Congreso Internacional de Comunicaciones, inundando las calles de Caracas para decir no al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). TIAR es la última coalición militar liderada por Estados Unidos y Colombia, un país donde los Estados Unidos tiene ocho bases militares y una cantidad no revelada de soldados. El discurso del “presidente” vendepatria Iván Duque fue otra declaración de guerra contra su vecino.

    Miles marcharon, bailaron y cantaron en las calles de Caracas:

    “¡Y no, y no, y no me da la gana
    de ser una colonia norteamericana.
    Y sí, y sí, y sí nos da la gana
    de ser una potencia latinoamericana!”

    El secretario de Estado Jorge Arreaza, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Tania Díaz y el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela Diosdado Cabello, junto con delegados internacionales de 35 naciones, condenaron el TIAR y redoblaron su compromiso de defender la soberanía de Venezuela.

    A veinte años de su revolución, las masas venezolanas y su liderazgo electo continúan siendo más valientes, revolucionarios y chavistas que nunca. En 2020, la Revolución Bolivariana de Venezuela continúa avanzando.

    How Venezuela’s Revolutionary Leadership and Popular Media Come Together

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    Originally published at Anticonquista on February 7, 2020

    In January 2020, Donald Trump’s puppet in Venezuela, Juan Guaidómet with reactionary British Prime Minister Boris Johnson and right-wing Colombian President Iván Duque. After losing an election as head of the National Assembly on Jan. 5, Guaidó traveled abroad in a desperate attempt to try to shore up support from the most reactionary quarters for his golpista project. Most recently, Guaidó attended Trump’s State of the Union address on Feb. 4, where he was lauded by the imperialists as the so-called “real president” of Venezuela. As if the hundreds of U.S. military invasions of Latin American and the Caribbean since 1898 were not enough, the great Venezuelan “patriot” now wants Trump and the U.S. to invade Venezuela.

    Despite all of these offensives, however, the besieged people of Venezuela continue to build their Bolivarian Revolution. One way in which they are resisting imperialism is by strengthening their alternative, non-corporate and people-powered media. While private news corporations that propagate right-wing lies still exist in the country, the Bolivarian Revolution has developed revolutionary media that combat and debunk rampant misinformation. Not only are these alternative outlets embraced by Venezuela’s working class; they are also supported by the country’s top revolutionary leadership, which understands the importance of independent media in the war against imperialism.

    Venezuela’s Revolutionary Leadership

    As Ernesto “Che” Guevara thoroughly explains in “Socialism and the New (Wo)man in Cuba,” a revolution needs revolutionary leadership and cadre to guide it forward.

    Every Wednesday evening, Diosdado Cabello, the vice-president of the United Socialist Party of Venezuela, PSUV, hosts a television program that unites thousands of Chavistas and reaches millions of workers and campesinos who tune in from home. El Mazo Dando is just one example of a powerful, people-run media outlet that the Venezuelan masses have built since 1999. The surest proof that Cabello is an effective revolutionary leader is the hatred he, President Nicolás Maduro, Vice President Delcy Rodríguez and other Chavista dirigentes stir up among the pitiyanquis and their imperial backers.

    Cabello, one of the key leaders of the Bolivarian Revolution, is a military captain who coordinated a 1992 rebellion alongside Comandante Hugo Chávez and led four tanks against former neoliberal President Carlos Andrés Pérez. As one of the founders of the Bolivarian Circles, he converses for hours every day with Venezuela’s marginalized and historically-forgotten sectors of society. One of the shows hashtags encapsulates its class nature: #UnidadLuchaBatallaYVictoria (#UnityStruggleBattle&Victory).

    Cabello, an example of Antonio Gramsci’s organic intellectual, elevates mass understanding of the dialectic between external pressures and internal challenges, taking the form of U.S. hybrid war and the Venezuelan people’s fierce resistance. El Mazo Dando is the heir to Aló Presidente (Hello, Mr. President), Chávez’s popular weekly television program, where he provided political education for viewers throughout the country, traveling and speaking with different communities about local and international struggles. Chávez used this direct political education to foster participatory democracy.

    Diosdado Cabello hosts El Mazo Dando in Venezuela. | Source: VTV

    Not Just a Show, But a Revolutionary Concert and Experience

    Patria Nueva (New Fatherland), a chorus of children “armed with guitars, drums and voices that sing beautifully,” open the program performing patriotic songs. This is followed by a musical performance by the Bolivarian Armed Forces. Cabello then walks to three bulletin boards, where he has printed out a series of right-wing, pro-U.S. headlines. One by one, he focuses on each tweet, shedding light on the hardline opposition’s connections to U.S. government officials, their infighting over corruption and the moral bankruptcy within the disintegrating Guaidó camp. Mocking and exposing the true nature of the fractionalized, radical opposition, he cultivates profound love and faith in the revolutionary process.

    Here it is, La Universidad Para Todos (The University for All), as it is called in Cuba. The program evolved out of centuries of revolutionary pedagogy. In the words of Cuban independence hero Jose Martí, “To be educated is to be free.” Cabello explains that this massively popular show is but one result of “the space Chávez and the Bolivarian process opened for popular media and for a new hegemony.”

    Chávez’s Legacy is Stronger Than Ever

    El Mazo Dando, which has no set end time, then cuts to three to five minute clips of Chávez’s historical speeches. During the filming of Aló Presidente No. 188, the revolution’s leader clarified what was la patria y la anti-patria (the fatherland and the anti-fatherland) and the historical crime of “surrendering Venezuela’s oil to foreign corporations.” Chávez emphasized that “Venezuelans were not inferior to anybody,” despite all of the neocolonial propaganda to which they had been subjected to.

    The energy is electric as the crowd dances, bounces and erupts into chants:

    Fascista, Fascista,
    qué quieres el coroto.
    El peo no es solo con Maduro.
    ¡El peo es con nosotros!

    (Fascist, Fascist,
    you want the presidential seat.
    Your beef is not just with Maduro.
    Your beef is with all of us!)

    and

    Chávez no se murió, se multiplicó.
    ¡Se hizo millones, Chávez soy yo!

    (Chávez did not die, he multiplied.
    He is millions, I am Chávez!)

    The chants fade into the singing of patriotic Venezuelan songs as the crowd marches on the street. This was no television show; this was a revolutionary concert and a demonstration of the popular support for Chavismo, 22 years into the process. While watching the show, a veteran school teacher once poked me with her elbow in the ribs, chuckling: “It’s time to make fun of the escuálidos (a pejorative term for the right-wing elites, meaning squalid or meager based on a Chávez speech). It’s time for us to have our say. This is not a show; this a revolutionary experience.”

    Venezuela, which has been on the frontlines in the struggle against imperialism for the past two decades, provides an example of what socialist leadership and people’s media should look like. The Bolivarian Revolution is actively supporting content producers who are waging war against misinformation and deception. They are also providing a radical alternative to capitalist-imperialist media, which glorify individualism, greed and decadence. Furthermore, unlike in most countries under the control of Wall Street, its top political leaders are actively supporting revolutionary, non-corporate media. Venezuela undoubtedly serves as a model for all socialists and communists around the world who want to equip their national revolutions with the weapon of people-powered media.

    Cómo se unen los líderes revolucionarios de Venezuela y los medios populares

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    Este artículo originalmente fue publicado en Anticonquista el 7 de febrero de 2020

    En enero de 2020, el títere de Donald Trump en Venezuela, Juan Guaidó, se reunió con el primer ministro británico Boris Johnson y el presidente colombiano derechista Iván Duque. Después de perder una elección como jefe de la Asamblea Nacional el 5 de enero, Guaidó viajó al extranjero en un intento desesperado de tratar de obtener el apoyo de los barrios más reaccionarios para su proyecto golpista. Más recientemente, Guaidó asistió al discurso del Estado de la Unión de Trump el 4 de febrero, donde los imperialistas lo elogiaron como el llamado “verdadero presidente” de Venezuela. Como si los cientos de invasiones militares estadounidenses de América Latina y el Caribe desde 1898 no fueran suficientes, el gran “patriota” venezolano ahora quiere que Trump y los Estados Unidos invadan Venezuela.

    A pesar de todas estas ofensivas, sin embargo, el pueblo sitiado de Venezuela continúa construyendo su Revolución Bolivariana. Una forma en que se resisten al imperialismo es por el fortalecimiento de sus medios alternativos, no corporativos y de poder popular. Si bien las corporaciones de noticias privadas que propagan mentiras derechistas todavía existen en el país, la Revolución Bolivariana ha desarrollado medios revolucionarios que combaten y desacreditan la desinformación desenfrenada. Estos medios alternativos no solo son aceptadas por la clase trabajadora de Venezuela; También cuentan con el apoyo del liderazgo revolucionario más importante del país, que comprende la importancia de los medios independientes en la guerra contra el imperialismo.

    El liderazgo revolucionario de Venezuela

    Como Ernesto “Che” Guevara explicó a fondo en “El socialismo y el nuevo hombre en Cuba”, una revolución necesita liderazgo revolucionario y cuadros para guiarla hacia adelante.

    Todos los miércoles por la noche, Diosdado Cabello, vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, presenta un programa de televisión que une a miles de chavistas y llega a millones de trabajadores y campesinos que sintonizan desde su casa. El Mazo Dando es solo un ejemplo de un poderoso medio de comunicación dirigido por personas que las masas venezolanas han construido desde 1999. La prueba más segura de que Cabello es un líder revolucionario efectivo es el odio que él, el presidente Nicolás Maduro, la vicepresidenta Delcy Rodríguez y otros dirigentes chavistas se agitan entre los pitiyanquis y sus partidarios imperiales.

    Cabello, uno de los líderes clave de la Revolución Bolivariana, es un capitán militar que coordinó una rebelión en 1992 junto al Comandante Hugo Chávez y dirigió cuatro tanques contra el ex presidente neoliberal Carlos Andrés Pérez. Como uno de los fundadores de los Círculos Bolivarianos, conversa durante horas todos los días con los sectores de la sociedad marginados e históricamente olvidados de Venezuela. Uno de los hashtags del programa resume su naturaleza de clase: #UnidadLuchaBatallaYVictoria

    Cabello, un ejemplo del intelectual orgánico de Antonio Gramsci, eleva la comprensión masiva de la dialéctica entre las presiones externas y los desafíos internos, tomando la forma de una guerra híbrida estadounidense y la feroz resistencia del pueblo venezolano. El Mazo Dando es el heredero de Aló Presidente, el programa semanal de televisión de Chávez, donde brindó educación política a los televidentes de todo el país, viajando y hablando con diferentes comunidades sobre las luchas locales e internacionales. Chávez usó esta educación política directa para fomentar la democracia participativa.

    Diosdado Cabello presenta su programa de televisión. | Fuente: VTV

    No solo un espectáculo, sino un concierto y experiencia revolucionario

    Patria Nueva, un coro de niños “armados con guitarras, tambores y voces que cantan maravillosamente,” abre el programa interpretando canciones patrióticas. Esto es seguido por una actuación musical de las Fuerzas Armadas Bolivarianas. Cabello luego camina a tres tableros de anuncios, donde ha impreso una serie de artículos y publicaciones imperialistas. Uno por uno, se enfoca en cada tweet, arrojando luz sobre las conexiones de la oposición con los funcionarios del gobierno de EE. UU., su lucha interna por la corrupción y la moral bancarrota dentro del campo desintegrado de Guaidó.

    Aquí está, la universidad para todos, como se le llama en Cuba. El programa se desarrolló a partir de siglos de pedagogía revolucionaria. Como dijo el héroe de la independencia cubana José Martí, “Ser educado es ser libre”. Cabello explica que este espectáculo masivamente popular no es más que un resultado del “espacio que Chávez y el proceso bolivariano abrieron para los medios populares y para una nueva hegemonía”.

    El legado de Chávez, más fuerte que nunca

    El programa, que no tiene una hora de finalización establecida, luego recorta de tres a cinco minutos los discursos históricos de Chávez. Durante el rodaje de Aló Presidente No. 188, el líder de la revolución aclaró lo que era la patria y la antipatria y el crimen histórico de “entregar el petróleo de Venezuela a corporaciones extranjeras”. Chávez enfatizó que “Los venezolanos no eran inferiores a nadie”, a pesar de toda la propaganda neocolonial a la que habían sido sometidos.

    La energía es eléctrica mientras la multitud baila, rebota y estalla en cantos:

    Fascista, Fascista,
    qué quieres el coroto.
    El peo no es solo con Maduro.
    ¡El peo es con nosotros!

    y

    Chávez no se murió, se multiplicó.
    ¡Se hizo millones, Chávez soy yo!

    Los cantos se desvanecen en el canto de canciones patrióticas venezolanas mientras la multitud marcha en la calle. Este no era un programa de televisión; Este fue un concierto revolucionario y una demostración del apoyo popular al Chavismo, 22 años después del proceso. Una vez, mientras miraba el programa, una maestra veterana de la escuela me golpeó con el codo en las costillas y se rió entre dientes: “Es hora de burlarse de los escuálidos. Es hora de que tengamos nuestra opinión. Esto no es un espectáculo; esta es una experiencia revolucionaria”.

    Venezuela, que ha estado en primera línea en la lucha contra el imperialismo durante las últimas dos décadas, ofrece un ejemplo de cómo deberían interactuar los líderes socialistas con los medios revolucionarios. La Revolución Bolivariana está apoyando activamente a los productores de contenido que están librando una guerra contra la desinformación y el engaño. También están proporcionando una alternativa radical a los medios capitalistas e imperialistas, que glorifican el individualismo, la codicia y la decadencia.

    Además, a diferencia de la mayoría de los países bajo el control de Wall Street, sus principales líderes políticos apoyan activamente a los medios revolucionarios no corporativos. Venezuela, sin duda, sirve como modelo para todos los socialistas y comunistas de todo el mundo que quieran equipar sus revoluciones nacionales con el arma de los medios de comunicación impulsados ​​por el pueblo.

    ‘Hasta Siempre Compañero’: Remembering Diego Maradona

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    Originally published at Anticonquista on November 29, 2020

    On November 25, 2020, the fighting peoples of the world lost a humble legend: Diego Armando Maradona. He was 60 years old at the time of his passing.

    Arguably the greatest soccer player to ever grace the pitches, the spirited striker combined unparalleled skills in his sport and an unflinching outspokenness against oppression. No other sports figure’s public statements and transformation has equally captured the changing momentum across Latin America.

    Maradona was for Latin Americans what Mohamed Ali was for Black people in the United States.

    The Falklands War

    Raised in the oppressed community of Villa Fiorito in the outskirts of Buenos Aires, “the golden kid’s” talent from an early age fetched him million dollar contracts first in his homeland and then in Spain and Italy. No stranger to controversy, “the soccer god,” with his rebellious natural hair, was irreverent before elites and defiant to the core. When a Spanish player hurled racist epithets at him because of his Indigenous ancestry, Maradona head butted him, leading to a brawl that was broadcast before King Juan Carlos, hundreds of thousands of fans in the stadium and half of Spain watching on television.

    The 22-year-old player was radicalized by England’s 1982 Falklands War, which was an assault on his homeland, known in Latin America as La Guerra de las Malvinas. Causing untold agony and trauma, hundreds of soldiers died on both sides and hundreds of veterans committed suicide for years after. Former President Ronald Reagan claimed that the United States was a “mediator,” but stayed faithful to their colonial partner led by the much-reviled Margaret Thatcher.

    This was the backdrop of the 1986 semi-final showdown between the two countries without diplomatic relations at the World Cup in Mexico City. Argentina was Latin America and Latin America was Argentina.

    Maradona famously scored a crafty goal where slow motion highlights showed he illegally used his hand to redirect the ball into the English net. After the game when the English team accused him of cheating with his hand, he responded: “sería la mano de dios” (“it must have been the hand of god”). Sports analysts applauded the “picardia” or Argentine cunningness behind the maneuver. The second goal was a full sprint through a minefield of English defenders that went down in history as “the goal of the century.”

    These heroic acts sealed Maradona’s destiny as an idol of the masses combatting neo-colonialism. To beat England in Latin America was to exact revenge on the invading enemy. The soccer field was an extension of the battle field. The arrogant English were expelled. This was the symbolic recuperation of Argentine and Latin American dignity.

    “Patria es humanidad” (Our Homeland is Humanity)

    Cuban revolutionary José Martí once wrote that “our homeland is humanity.” The relationship Maradona established with Cuba was the full expression of the Cuban poet’s words.

    In 2000, an overweight and beleaguered Maradona traveled to Cuba to treat his drug addiction. Fidel Castro visited him in his worst moments and helped take care of him. The Cuban president took off his military coat and gave it to the patient. He said he adored Fidel because he was “genuine and cared about human problems that others brushed aside.” The down-and-out, “wretched of the earth” soccer player was not rejected in Havana. Instead, he was accepted, treated like a dignified human being and loved. This moment of healing was another of Maradona’s entry points to the tide of resistance that was flowing across the Americas.

    The same year, Japan denied Maradona a visa because of strict laws barring anybody from the country who had a history with drugs. Always a “tribune of the people,” in the Leninist sense of the word, Maradona exclaimed he would never return to Japan. He fired back: “They will not let me into Japan because I did drugs. But they will allow gringos in who dropped two atomic bombs on them.”

    The Frontlines in the Battle of Ideas

    The Argentine took great pride in the rising of Latin America’s second independence, which began on December 6, 1998, with Hugo Chávez’s electoral victory in Venezuela.

    In 2005, the Frente Amplio’s Tabaré Vázquez received former U.S. President George Bush in Uruguay in a move that was considered a betrayal by his party and the region. Bush was promoting the Free Trade Agreement of the Americas, known as the FTAA. “Free trade” to Maradona and millions of Latin Americans is the freedom of U.S. capital to expand its tentacles across more of the continent.

    The Bolivarian Revolution was advancing across Latin America and had recently paid off Argentina’s foreign debt. Chávez traveled to Argentina in a showdown with the warmongering U.S. leader. La Plata River divides the two countries and the two sides of history. Rising to the historical occasion, with Maradona by his side donning a “Stop Bush” t-shirt, the Venezuelan leader famously chanted: “El que no brinca es yankee” (Whoever doesn’t jump is a yankee). Maradona gave credence to Evo Morales’ catch phrase: “the empire stands with the right wing, football stands with the left.”

    This was the battle of ideas Fidel spoke of.

    “To be attacked by the enemy is not a bad thing but a good thing”

    It is difficult to appreciate Maradona’s greatness here in the U.S., where sports loyalties are divided between baseball, U.S. football and basketball. In Latin America and Europe, soccer is king. In Napoli, restaurants have alcoves reserved for hanging religious idols. There beside them is Maradona. The mayor has announced the famed Saint Paul stadium should be renamed after one of the city’s most beloved.

    The mainstream press is also remembering the football titan, but consciously shying away from his political commitments. Other outlets are accusing Maradona of being “anti-American.” Like the political leadership he so admired, Maradona never expressed ire towards the people of the United States, but rather towards its political leadership, who thought they were “the county sheriff.” Through the years of the Pink Tide, Maradona was a regular on television programs and at rallies with Luiz Inácio “Lula” da SilvaDaniel OrtegaJosé “Pepe” Mujica and other anti-imperialist figures of the continent.

    His tattoos of Ernesto “Che” Guevara and Fidel brought a new meaning to the phrase “he wore his feelings on his sleeve.” His program “De Zurda” on TeleSUR in 2014 with Victor Hugo Morales, the famed Uruguayan sportscaster, combined humor, sports analysis and leftest political commentary. Last year, following a coaching win in April, he stated: “I want to dedicate this victory to Nicolás Maduro and all Venezuelans, who are suffering. These Yankees, the sheriffs of the world, think just because they have the world’s biggest bomb they can push us around. But no, not us.”

    Those who had the honor to meet Maradona remember him as a people’s person who was always accessible. Though he had his own personal struggles, he never wavered in his commitments to elevating the voices of the poor and defending the underdog. In plain proletarian English, Maradona never forgot about the hood. On November 25, 2020, the fourth anniversary of Fidel’s passing, one of his students and admirers joined him in eternity, having left so much for us all to savor and learn from.

    Showdown in Ecuador: IMF Neoliberalism or Self-Determination?

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    Originally published at Anticonquista on February 4, 2021

    In a matter of days, on February 7, Ecuador goes to the polls to elect their next president and 137 representatives for the National Assembly. There are three major candidates seeking to win the race in this Andean country of 17 million. Andrés Arauz and his vice presidential candidate, Carlos Rabascall, represent La Unión por la Esperanza (The Union of Hope, UNES), what was Alianza País led by former president Rafael Correa before the party split in 2017. Guayaquil banker Guillermo Lasso and Alfredo Borrero are the candidates for the conservative alliance Creando Oportunidades (Creating Opportunities, CREO).

    The election represents a showdown between ten years of the Revolución Ciudadana (Citizens’ Revolution, 2007-2017) and the past four disastrous years of unfettered neoliberalism. As of now, polls show Arauz, Correa’s candidate, is clearly in the lead, polling at 37 percent and Lasso at 24 percent.

    The Advances of La Revolución Ciudadana

    Correa’s presidential victory in 2006 was a key part of the Pink Tide and South American effort to realize Simón Bolívar’s dream of regional economic and political integration and independence from foreign domination. As Minister of Economy and Finance in 2005, Correa distinguished himself by opposing International Monetary Fund (IMF) loans, advocating for social planning and proposing a National Assembly to tap into the power of Ecuador’s diverse working sectors.

    During Correa’s two terms, Ecuador saw increases in the minimum wage and social security benefits, a progressive tax on the rich, and higher investments in education and social programs, all while attaining economic growth. For this reason, traditional interests and their U.S. backers opposed Alianza País and sought to sew internal divisions and solidify alliances with sections of the Confederation of Indigenous Nationalities of Ecuador, CONAIE.

    The Story of a Vendepatria

    The leadership and rank-and-file of Alianza País understood that Lenín Moreno, who had served as Rafael Correa’s vice-president for six years, was best positioned to carry Correísmo forward. Within months of winning the presidency in 2017, however, Moreno reneged on his campaign promises. In one of the great about-faces in the history of South America, Moreno betrayed the movement and embraced a neoliberal model for Ecuador. Under Moreno, Ecuador also withdrew from the Bolivarian Alliance for the Peoples of Our America (ALBA) in 2018 and pulled out of the Union of South American Nations (UNASUR) in 2019, weakening two of the most important instruments of continental unity.

    Throughout the ups and downs and contradictions of the Ecuadorian class struggle, the leadership of the Citizens’ Revolution has maintained a self-critical posture. After the election of Moreno, Alianza País split into pro-Moreno and pro-Correa tendencies. Sections of CONAIE have sustained legitimate critiques of Correísmo, including concerns over the environmental impact of resource exploitation and infrastructure projects. These are problems the Correista leadership continues to address and it shows the importance of the revolutionary formation of a new generation of Ecuadorians.

    “Construir Poder Transformador: Debate Latinoamericano,” a book by Ricardo Patiño, Arauz and other Citizens’ Revolution leaders, lays out the pitfalls of over reliance on Correa’s charisma and indicates some of the challenges that lay ahead (Patiño is the Former Minister of Foreign Affairs under Correa’s presidency). The grassroots leadership of UNES asserts the importance of building an entire movement that can independently defend its interests: “The fundamental problem has been an absence of a solid and profound counter-hegemonic ideology that guides the decisions, practices and relations of the popular sectors as well as political leaders.”

    Carlos “Yacu” Pérez is the candidate of the Indigenous Pachakutik Party. Many from the Correa camp have questioned Pérez’s genuine commitment to defend Indigenous communities and remember that some factions of the Pachakutik Party have, in the past, opportunistically aligned with the right against Correísmo. A blatant example of identity politics on steroids, Pérez has also insulted Venezuela and supported the coup in Bolivia.

    Will the Tide Turn Again?

    In an example of flipping reality on its head in 2017, the incoming Moreno government immediately accused the Citizens’ Revolution of wanton corruption. Similar to the oligarchies’ attacks demonizing the Pink Tide in Brazil, Paraguay, Venezuela, Bolivia and across the continent, this was a classic case of lawfare. The neoliberals, fearful of the enormous popularity of Correísmo, waged a war through judicial means. Jorge Glas, former vice-president under Correa, is still in jail on trumped-up charges and recently contracted the COVID-19. Patiño and the President of the National Assembly Gabriela Rivadeneira are still in exile in Mexico. Correa himself is banned from his homeland and faces years in jail on highly dubious charges of corruption. An Arauz victory would open the country back up to those who put human life in community before private accumulation and carry forth an agenda that targets the real culprits of corruption.

    U.S. banks are fearful of Correísmo. IMF loans to the region and exploited countries have long been a neocolonial tactic for extracting wealth from developing countries. As the old proverb goes: “those who lend, command.” Under the guise of humanitarian help with the raging pandemic, the IMF issued loans to an all too willing Moreno administration to the tune of $6.5 billion just before the close of 2020. As always, the IMF stipulated austerity, the deregulation of the Central Bank and sale of gasoline and diesel without subsidies and at world market prices. Lasso has indicated that if elected president, he would not disavow the IMF agreement. Arauz promises to defy the IMF.

    One of Trump’s 11th hour actions before leaving office was to oversee a U.S. Development Corporation loan to Ecuador for 3.5 billion dollars that requires the government to privatize a major oil refinery and parts of the country’s electrical grid, and to exclude China from its telecommunications development. Washington is alarmed at the growing Chinese influence across South America and the Global South and sees Ecuador as an important beachhead to prosecute this “New Cold War” through the Growth in the Americas (CRECE) program.

    What’s at Stake

    In October 2019, a massive protest movement rocked the country. The world watched with bated breath as a grassroots movement opposed to austerity measures occupied Quito and nearly toppled the Moreno government. The government attempted to crush the protests, leaving at least ten dead, more than 1,000 people arrested and more than 1,300 injured. When repression failed to quell the protests, Moreno rescinded on an International Monetary Fund-backed program, known as Decree 883, that raised fuel prices, proving again the power of a united, mobilized people.

    The year 2020 ushered in a new tragedy for Ecuador. The Moreno government failed to respond adequately to the COVID-19 pandemic in any serious, unified way. Abandoned bodies lined the streets of Guayaquil last April putting on tragic display before the entire world, the misleadership of Ecuador’s largest city, long governed by neoliberal politicians. These dehumanizing images encapsulated what three years of Moreno’s economic and political agenda has meant for everyday people. On January 29, police in Quito shut down a clinic for giving out 70,000 fake vaccines. TV presenter Efraín Ruales, who had reported on corruption in the current administration, was gunned down and murdered on January 27. As of now, there are 249,779 coronavirus cases in Ecuador and 14,851 deaths.

    This is the backdrop for this week’s election, not just for the 17 million people of Ecuador and millions of others in the diaspora, but for the future of the Pink Tide in Latin America. Will Ecuador continue down the road of subordination to imperialism, or will it resume the Citizens’ Revolution and rejoin the movement towards continental integration and independence? This decisive election will determine Ecuador’s direction for the next four years and beyond.

    ‘Hasta Siempre Compañero’: Remembering Diego Maradona

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    Este artículo originalmente fue publicado en Anticonquista el 29 de noviembre de 2020.

    El 25 de noviembre de 2020, los pueblos combatientes del mundo perdieron una humilde leyenda: Diego Armando Maradona. Tenía 60 años en el momento de su fallecimiento.

    Posiblemente el mejor jugador de fútbol que haya adornado los campos, el enérgico delantero combinó habilidades incomparables en su deporte y una franqueza inquebrantable contra la opresión. Las declaraciones públicas y la transformación de ninguna otra figura del deporte han capturado igualmente el impulso cambiante en América Latina.

    Maradona fue para los latinoamericanos lo que Mohamed Ali fue para la comunidad negra en los Estados Unidos.

    La guerra de las Malvinas

    Criado en la oprimida comunidad de Villa Fiorito, en las afueras de Buenos Aires, el talento del pibe de oro desde muy joven le valió contratos millonarios primero en su tierra natal y luego en España e Italia. No ajeno a la controversia, “el dios del fútbol”, con su rebelde cabello natural, fue irreverente ante las élites y desafiante hasta la médula. Cuando un jugador español le lanzó epítetos racistas por su ascendencia indígena, Maradona le dio un cabezazo, lo que provocó una pelea que se transmitió ante el rey Juan Carlos, cientos de miles de aficionados en el estadio y media España viendo por televisión.

    El jugador de 22 años fue radicalizado por la Guerra de las Malvinas de 1982 en Inglaterra, que fue un asalto a su tierra natal. Causando una agonía y un trauma incalculable, cientos de soldados murieron en ambos lados y cientos de veteranos se suicidaron durante años. El ex presidente Ronald Reagan afirmó que los Estados Unidos era un “mediador”, pero se mantuvo fiel a su socio colonial liderado por la muy denostada Margaret Thatcher.

    Este fue el telón de fondo del enfrentamiento de semifinales de 1986 entre los dos países sin relaciones diplomáticas en la Copa del Mundo en la Ciudad de México. Argentina era América Latina y América Latina era Argentina.

    Maradona anotó un gol astuto donde los reflejos en cámara lenta mostraron que usó ilegalmente su mano para redirigir el balón a la red inglesa. Tras el partido en el que la selección inglesa le acusó de hacer trampa con la mano, respondió: “sería la mano de dios”. Los analistas deportivos aplaudieron la “picardía” o astucia argentina detrás de la maniobra. El segundo gol fue un sprint completo a través de un campo minado de defensores ingleses que pasó a la historia como “el gol del siglo”.

    Estos actos heroicos sellaron el destino de Maradona como ídolo de las masas en la lucha contra el neocolonialismo.
    Vencer a Inglaterra en América Latina era vengarse del enemigo invasor. El campo de fútbol era una extensión del campo de batalla. Los arrogantes ingleses fueron expulsados. Esta fue la recuperación simbólica de la dignidad argentina y latinoamericana.

    “Patria es humanidad”

    El revolucionario cubano José Martí escribió una vez que “nuestra patria es la humanidad”. La relación que Maradona estableció con Cuba fue la plena expresión de las palabras del poeta cubano.

    En 2000, un Maradona con sobrepeso y asediado viajó a Cuba para tratar su adicción a las drogas. Fidel Castro lo visitó en sus peores momentos y ayudó a cuidarlo. El presidente cubano se quitó el abrigo militar y se lo dio al paciente. Dijo que adoraba a Fidel porque era “genuino y se preocupaba por los problemas humanos que otros ignoraban”. El futbolista decadente, “miserable de la tierra” no fue rechazado en La Habana. En cambio, fue aceptado, tratado como un ser humano digno y amado. Este momento de curación fue otro de los puntos de entrada de Maradona a la marea de resistencia que fluía por las Américas.

    El mismo año, Japón le negó una visa a Maradona debido a leyes estrictas que prohíben a cualquier persona del país que tiene antecedentes de drogas. Siempre un “tribuno del pueblo”, en el sentido leninista de la palabra, Maradona exclamó que nunca volvería a Japón. Él respondió: “No me dejarán entrar a Japón porque consumí drogas. Pero permitirán que entren gringos que les han arrojado dos bombas atómicas”.

    El frente en la batalla de las ideas

    El argentino se enorgullecía del surgimiento de la segunda independencia de América Latina, que comenzó el 6 de diciembre de 1998 con la victoria electoral de Hugo Chávez en Venezuela.

    En 2005, Tabaré Vázquez del Frente Amplio recibió a George Bush en Uruguay en una medida que fue considerada una traición por su partido y la región. Bush estaba promoviendo el Tratado de Libre Comercio de las Américas, conocido como ALCA. El “libre comercio” para Maradona y millones de latinoamericanos es la libertad del capital estadounidense para expandir sus tentáculos por más del continente.

    La Revolución Bolivariana avanzaba en América Latina y recientemente había saldado la deuda externa de Argentina. Chávez viajó a Argentina en un enfrentamiento con el belicista líder estadounidense. El Río de la Plata divide los dos países y los dos lados de la historia. A la altura de la ocasión histórica, con Maradona a su lado vistiendo una remera de “Stop Bush”, el líder venezolano cantó: “El que no brinca es yankee”. Maradona dio crédito al eslogan de Evo Morales: “el imperio está con la derecha, el fútbol con la izquierda”.

    Esta fue la batalla de ideas de la que habló Fidel.

    “Ser atacado por el enemigo no es malo sino bueno”

    Es difícil apreciar la grandeza de Maradona aquí en los Estados Unidos, donde las lealtades deportivas se dividen entre el béisbol, el fútbol americano y el baloncesto. En América Latina y Europa, el fútbol es el rey. En Nápoles, los restaurantes tienen nichos reservados para colgar ídolos religiosos. Allí junto a ellos está Maradona. El alcalde ha anunciado que el famoso estadio Saint Paul debería cambiarse de nombre a uno de los más queridos de la ciudad.

    La prensa dominante también recuerda al titán del fútbol, ​​pero rehúye conscientemente sus compromisos políticos. Otros medios acusan a Maradona de ser “antiestadounidense”. Al igual que el liderazgo político que tanto admiraba, Maradona nunca expresó su ira hacia el pueblo de los Estados Unidos, sino hacia su liderazgo político, que pensaba que eran “el oficial de policía del condado”. Durante los años de la ola progresista en Nuestra América, Maradona fue un habitual en programas de televisión y en mítines con Luiz Inácio “Lula” da SilvaDaniel OrtegaJosé “Pepe” Mujica y otras figuras antiimperialistas del continente.

    Sus tatuajes de Ernesto “Che” Guevara y Fidel le dieron un nuevo significado a la frase “llevaba sus sentimientos en la manga”. Su programa “De Zurda” en TeleSUR en 2014 con Víctor Hugo Morales, el afamado comentarista deportivo uruguayo, combinó humor, análisis deportivo y comentario político más izquierdista. El año pasado, luego de una victoria de entrenador en abril, dijo: “Quiero dedicar esta victoria a Nicolás Maduro y a todos los venezolanos que están sufriendo. Estos yanquis, los alguaciles del mundo, piensan que solo porque tienen la bomba más grande del mundo pueden empujarnos. Pero no, nosotros no”.

    Quienes tuvieron el honor de conocer a Maradona lo recuerdan como una persona de pueblo siempre accesible. Aunque tuvo sus propias luchas personales, nunca vaciló en su compromiso de elevar las voces de los pobres y defender a los desamparados. Maradona nunca se olvidó del pueblo. El 25 de noviembre de 2020, en el cuarto aniversario del fallecimiento de Fidel, uno de sus alumnos y admiradores se unió a él en la eternidad, habiendo dejado tanto para que todos podamos saborear y aprender.

    Enfrentamiento en Ecuador: ¿Neoliberalismo del FMI o autodeterminación?

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    Este artículo originalmente fue publicado en Anticonquista el 4 de febrero de 2021.

    En cuestión de días, el 7 de febrero, Ecuador acude a las urnas para elegir a su próximo presidente y 137 representantes para la Asamblea Nacional. Hay tres grandes candidatos que buscan ganar la carrera en este país andino de 17 millones. Andrés Arauz y su candidato a la vicepresidencia, Carlos Rabascall, representan a La Unión por la Esperanza (UNES), lo que era Alianza País liderada por el expresidente Rafael Correa antes de la escisión del partido en 2017. El banquero de Guayaquil Guillermo Lasso y Alfredo Borrero son los candidatos a la alianza conservadora Creando Oportunidades (CREO).

    La elección representa un enfrentamiento entre diez años de la Revolución Ciudadana (2007-2017) y los últimos cuatro años desastrosos de neoliberalismo desenfrenado. A partir de ahora, las encuestas muestran que Arauz, el candidato de Correa, está claramente a la cabeza, con un 37 por ciento y Lasso con un 24 por ciento.

    Los avances de La Revolución Ciudadana

    La victoria presidencial de Correa en 2006 fue una parte clave de la Marea Rosa y el esfuerzo sudamericano para hacer realidad el sueño de Simón Bolívar de integración económica y política regional e independencia de la dominación extranjera. Como Ministro de Economía y Finanzas en 2005, Correa se distinguió por oponerse a los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI), abogar por la planificación social y proponer una Asamblea Nacional para aprovechar el poder de los diversos sectores laborales de Ecuador.

    Durante los dos mandatos de Correa, Ecuador vio aumentos en el salario mínimo y los beneficios de la seguridad social, un impuesto progresivo a los ricos y mayores inversiones en educación y programas sociales, todo mientras se lograba el crecimiento económico. Por esta razón, los intereses tradicionales y sus patrocinadores estadounidenses se opusieron a Alianza País y buscaron coser divisiones internas y solidificar alianzas con secciones de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE.

    La historia de un vendepatria

    La dirección y las bases de Alianza País entendieron que Lenín Moreno, quien se había desempeñado como vicepresidente de Correa durante seis años, estaba mejor posicionado para llevar adelante el Correísmo. Sin embargo, pocos meses después de ganar la presidencia en 2017, Moreno incumplió sus promesas de campaña. En uno de los grandes cambios en la historia de América del Sur, Moreno traicionó al movimiento y adoptó un modelo neoliberal para Ecuador. Bajo Moreno, Ecuador también se retiró de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) en 2018 y se retiró de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en 2019, debilitando dos de los instrumentos más importantes de unidad continental.

    A lo largo de los vaivenes y contradicciones de la lucha de clases ecuatoriana, la dirección de la Revolución Ciudadana ha mantenido una postura autocrítica. Después de la elección de Moreno, Alianza País se dividió en tendencias pro-Moreno y pro-Correa. Secciones de CONAIE han sostenido críticas legítimas al Correísmo, incluyendo preocupaciones sobre el impacto ambiental de la explotación de recursos y proyectos de infraestructura. Estos son problemas que la dirección correista sigue abordando y muestra la importancia de la formación revolucionaria de una nueva generación de ecuatorianos.

    “Construir Poder Transformador: Debate Latinoamericano”, un libro de Ricardo Patiño, Arauz y otros líderes de la Revolución Ciudadana, expone las trampas de confiar demasiado en el carisma de Correa e indica algunos de los desafíos que se avecinan (Patiño es el exministro de Relaciones Exteriores bajo la presidencia de Correa). La dirección de base de la UNES afirma la importancia de construir todo un movimiento que pueda defender independientemente sus intereses: “El problema fundamental ha sido la ausencia de una ideología contrahegemónica sólida y profunda que oriente las decisiones, prácticas y relaciones de los sectores populares como así como líderes políticos”.

    Carlos “Yacu” Pérez es el candidato del Partido Indígena Pachakutik. Muchos del campo de Correa han cuestionado el compromiso genuino de Pérez de defender a las comunidades indígenas y recuerdan que algunas facciones del Partido Pachakutik se han alineado, en el pasado, de manera oportunista con la derecha contra el Correísmo. Un ejemplo flagrante de política de identidad con esteroides, Pérez también ha insultado a Venezuela y ha apoyado el golpe de Estado en Bolivia.

    ¿Cambiará la marea de nuevo?

    En un ejemplo de cómo se dio la vuelta a la realidad en 2017, el gobierno entrante de Moreno acusó de inmediato a la Revolución Ciudadana de corrupción sin sentido. Al igual que en los ataques de las oligarquías que demonizaban la Marea Rosa en Brasil, Paraguay, Venezuela, Bolivia y en todo el continente, este fue un caso clásico de guerra legal. Los neoliberales, temerosos de la enorme popularidad del Correísmo, libraron una guerra por la vía judicial. Jorge Glas, ex vicepresidente de Correa, todavía está en la cárcel por cargos falsos y recientemente contrajo el COVID-19. Ricardo Patiño y la presidenta de la Asamblea Nacional Gabriela Rivadeneira siguen exiliados en México. El propio Correa está expulsado de su tierra natal y enfrenta años de cárcel por cargos de corrupción muy dudosos. Una victoria de Arauz volvería a abrir el país a quienes ponen la vida humana en comunidad antes que la acumulación privada y llevan adelante una agenda que apunta a los verdaderos culpables de la corrupción.

    Los bancos estadounidenses temen al correísmo. Los préstamos del FMI a la región y los países explotados han sido durante mucho tiempo una táctica neocolonial para extraer riqueza de los países en desarrollo. Como dice el viejo proverbio: “los que prestan, mandan”. Bajo el disfraz de ayuda humanitaria con la devastadora pandemia, el FMI otorgó préstamos a un gobierno de Moreno demasiado dispuesto por una suma de $6.5 mil millones justo antes del cierre de 2020. Como siempre, el FMI estipuló la austeridad, la desregulación del Banco Central y venta de gasolina y diesel sin subsidios ya precios del mercado mundial. Lasso ha indicado que si es elegido presidente, no negará el acuerdo con el FMI. Arauz promete desafiar al FMI.

    Una de las acciones de 11 horas de Trump antes de dejar el cargo fue supervisar un préstamo de la Corporación de Desarrollo de Estados Unidos a Ecuador por 3.500 millones de dólares que requiere que el gobierno privatice una importante refinería de petróleo y partes de la red eléctrica del país, y excluye a China de su desarrollo de telecomunicaciones. Washington está alarmado por la creciente influencia china en América del Sur y el Sur Global y ve a Ecuador como una importante cabeza de puente para perseguir esta “Nueva Guerra Fría” a través del programa Crecimiento en las Américas (CRECE).

    Lo que está en juego

    En octubre de 2019, un movimiento de protesta masivo sacudió el país. El mundo observó con gran expectación cómo un movimiento de base opuesto a las medidas de austeridad ocupaba Quito y casi derrocaba al gobierno de Moreno. El gobierno intentó aplastar las protestas, dejando al menos diez muertos, más de 1.000 detenidos y más de 1.300 heridos. Cuando la represión no logró sofocar las protestas, Moreno rescindió un programa respaldado por el Fondo Monetario Internacional, conocido como Decreto 883, que elevó los precios de los combustibles, demostrando nuevamente el poder de un pueblo unido y movilizado.

    El año 2020 marcó el comienzo de una nueva tragedia para Ecuador. El gobierno de Moreno no respondió adecuadamente a la pandemia de COVID-19 de una manera unificada y seria. Los cadáveres abandonados se alinearon en las calles de Guayaquil en abril pasado, exhibiendo ante el mundo entero el engaño de la ciudad más grande de Ecuador, gobernada durante mucho tiempo por políticos neoliberales. Estas imágenes deshumanizadoras resumen lo que han significado para la gente común tres años de la agenda económica y política de Moreno. El 29 de enero, la policía de Quito cerró una clínica para distribuir 70.000 vacunas falsas. El presentador de televisión Efraín Ruales, quien había informado sobre la corrupción en la actual administración, fue baleado y asesinado el 27 de enero. A la fecha, hay 249.779 casos de coronavirus en Ecuador y 14.851 muertes.

    Este es el telón de fondo para las elecciones de esta semana, no solo para los 17 millones de personas de Ecuador y millones de personas en la diáspora, sino para el futuro de la Marea Rosa en América Latina. ¿Seguirá Ecuador por el camino de la subordinación al imperialismo, o retomará la Revolución Ciudadana y se reincorporará al movimiento de integración e independencia continental? Esta elección decisiva determinará la dirección de Ecuador durante los próximos cuatro años y más.

    «48 poemas por Gaza» escribe Danny Shaw | Rubén Luengas

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    Entrevistado por Rubén Luengas el 26 de marzo de 2024

    “Zepòl Sou Zepòl” Ethnography: A Review of Jennie Smith’s “When the Hands are Many”

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    When the Hands are Many is an effort to uproot the stereotypes cast upon the Haitian peasantry by outsiders seeking to rationalize its poverty. Jennie Smith tells us how the most marginalized in Haiti have organized themselves into work collectives and local associations—such as atribusyon, sosyete, kominotè, and gwoupman tèt ansanm—in order to empower themselves collectively and transform a world of exclusion.

    Although more than 700 non-governmental organizations (NGOs) operate in Haiti, far too few Haitians benefit from their so-called aid. According to different studies, between 79 and 90 cents of every USAID dollar bound for Haiti is actually spent in the United States, the author notes. So-called experts cannot help anybody in Haiti if they aren’t equipped with the humility and spirit necessary to gain the confidence of the people they are there to assist. Because the “aid-intervention world is a site of tension-filled encounters between discontinuous and contradictory knowledges,” we should invest in the Haitian people and the grassroots organizations they themselves have created, Smith argues.

    One rural leader calls the notion of Western democracy Demo-krashe (literally “Democra-spit”). He  points to the exclusionary and humiliating results that global economic development has brought to Haiti. “If I can eat and another person can’t eat, how are we supposed to build a democracy on that?” he asks.

    The only effective way to critique other models is to provide an alternative with one’s own actions. Smith lives among the peasants she is studying in the mountains of Haiti’s southwestern Grand’Anse region, learning their language, forming a part of their everyday lives, and listening to their testimonies. The descriptions of the rural organizations provide the reader with images of the strength and beauty of an impoverished people surviving and battling forward.

    Smith’s mission is to “re-present the Haitian peasantry” through their own songs, triumphs, tears, and aspirations. She provides fascinating case studies of different peasant organizations and work collectives that provide valuable insight into peasant life and the struggle for democracy.  Refusing to glorify peasant social relations, Smith examines the root causes of the envy, competition and divisions that also form part of their everyday reality. She describes with sincerity her dilemma as she deliberates whether or not to buy more rum in appreciation for a kòve (cooperative work group) that her neighbors organized for her. Smith’s practices Zepòl Sou Zepòl (shoulder to shoulder) ethnography. Grounded in solidarity, the scholar walks and grows alongside the people. The peasants recognize her humility and told her “that it was about time a foreigner had come to listen instead of lecture and to ‘discover the reality we’re living in.'”

    Smith brings hundreds of kreyòl voices and visions to the surface so that we too can listen to these messages from one of the most marginalized sectors of our global society. Her translation of a collection of hymns, songs, and proverbs is an invaluable contribution to the uplifting of Haitian kreyòl, a tongue that has been neglected and silenced. The ideas and proverbs that underlie the “yonn ede lòt” (one helps another) philosophy force us to reconsider how we look at one another and our own priorities within a world dominated by inequalities. When the Hands are Many will serve readers as an entry into this “underground spring” of hope and resistance that all of us must explore in order to begin to rebuild Haiti.